El sensor de oxígeno, también conocido como sensor O2, se ubica en el sistema de escape, justo antes o después del catalizador. Su función principal es medir la cantidad de oxígeno en los gases del escape y enviar esa información a la computadora del vehículo (ECU). Esto permite ajustar la mezcla de aire y combustible para lograr una combustión eficiente. Si hay mucho oxígeno, la mezcla es pobre; si hay poco, es rica. El sensor ayuda a mantener ese equilibrio ideal para un buen rendimiento, menor consumo y menos contaminación.
Los vehículos modernos pueden tener entre uno y cuatro sensores, dependiendo del número de bancadas y la cantidad de cilindros del motor.
Causas
- Desgaste natural por el tiempo y uso.
- Acumulación de carbonilla o residuos.
- Uso de aditivos de baja calidad.
- Exposición constante a altas temperaturas.
Diagnóstico
- Con escáner: Con el motor caliente en ralentí, revisa que el voltaje oscile entre 0.1 y 0.9 V. Si se mantiene fijo, puede estar dañado.
- Con multímetro: Mide la resistencia del calentador (sensores de 4 cables). Debería estar entre 4 y 10 ohmios.
- Prueba rápida: Acelera el motor en vacío. Si no hay cambio en el voltaje, el sensor puede estar lento o muerto.
Soluciones
- Reemplazar el sensor si presenta lectura fija o incorrecta.
- No usar limpiadores químicos, ya que dañan su recubrimiento.
- Instalar siempre sensores compatibles y de buena marca.
Consejos Adicionales
- Reemplaza el sensor cada 80,000 a 150,000 km según el fabricante.
- Si tiene más de 5 años y da fallas, conviene cambiarlo.
- Mantén el motor bien afinado para alargar su vida útil.